Protocolo Emocional

Hace una semana se celebraba en Zaragoza el II Congreso Internacional de Inteligencia Emocional y Bienestar (a partir de ahora CIIEB), al que tuve el placer de asistir. Quienes leéis habitualmente este blog os preguntaréis que relación puede haber entre protocolo e inteligencia emocional, la verdad es tienen más puntos en común de lo que pueda parecer y mi propósito con este artículo es demostrarlo.

20150522_155059Definir Inteligencia Emocional no es taréa fácil, los expertos en esta materia así lo reconocen al afirmar que ni siquiera somos capaces de establecer una definición clara y concisa sobre que entendemos por Inteligencia en general. Fue en 1990 cuando Salovey y Mayer introdujeron este concepto que posteriormente sería difundido por Daniel Goleman a través de su libro Emotional Intelligence. Las invesitigaciones de Salovery y Mayer siguen un modelo más científico centrado en la comprensión y análisis del concepto, donde lo que prima la habilidad para percibir, comprender y manejar la emociones utilizando esta habilidad para dirigir nuestros pensamientos y acciones. El modelo de Goleman, ha popularizado un concepto donde se incluyen aspectos como el conocimiento y gestión de las propias emociones, la automotivación, el reconocimiento de las emociones de los demás y la habilidad para establecer relaciones.

En la práctica se ha popularizado la visión de Goleman, convirtiendo en ocasiones el término Inteligencia Emocional en “un cajón de sastre” tal y como afirma en un estudio el profesor Pablo Berrocal. Aspectos como la educación en valores, la creatividad o las habilidades sociales, se utilizan como sinónimos de inteligencia emocional, cuando en realidad, si bien pudiendo estar vinculados, no son exactamente lo mismo. Las confusiones son peligrosas y se pueden generalizar convirtiendo en verdad aquello que no lo es, tal y como nos demostró Francisco Mora Teruel al hablarnos de “ neuromitos” como la falsa afirmación que dice que «solo utilizamos el 10% de nuestro cerebro».

Esta cierta “confusión terminología”, me recuerda ciertamente a algunos de los planteamientos mencionados en este blog relacionados con el término Protocolo, convertido también en un «cajón de sastre” donde todo cabe, convirtiendo en sinónimos conceptos que tienen significados diversos. Como ya he manifestado en más de una ocasión, no soy contraria al uso genérico del término Protocolo en lo que se refiere a la denominación de cursos, congresos, titulaciones e incluso blogs (el nuestro es un ejemplo) donde, bajo esta denominación única, tratamos aspectos afines como pueden ser ceremonial, etiqueta, comunicación, organización de actos/eventos, imagen, urbanidad, habilidades sociales o relaciones institucionales, entre otros. Coneptos vinculados al protocolo pero no sinónimos. El no aclarar cuando utilizamos ese sentido genérico o cuando nos referimos concretamente a ese protocolo en sentido estricto, encargado de ordenar personas, símbolos y pautas de actuación en base a una serie de reglas establecidas por decreto o costumbre, puede generar confusión dando lugar a expresiones erróneas como el habitual “saltarse el protocolo” para referirse a aspectos relacionados con la naturalidad y la buena educación más que con el incumplimiento de ciertas normas.

Su Alteza Real el Príncipe de Asturias saludando a un grupo de voluntarios de Expo Zaragoza 2008.

La cercanía y naturalidad no es sinónimo de «saltarse el protocolo»

Parece ser que algo similar sucede con la Inteligencia Emocional, el hecho de que se utilice de forma genérica para abordar aspectos vinculados o afines a ella no quiere decir que sean sinónimos. De hecho podemos ser muy hábiles manejando emociones, pero esto no implica que seamos mejores personas si nuestra “habilidad” no va acompañada de valores como la generosidad, tolerancia, respeto o la compasión.

Aclarar conceptos puede evitar confusiones, aunque entrar en debates teóricos, también puede ralentizar los beneficios que la Inteligencia Emocional (o en nuestro caso el Protocolo) tienen en la aplicación práctica. Decía Rafael Bisquerra en el CIIEB “dejemos los debates teóricos para los expertos e investigadores porque los que nos dedicamos a la práctica tenemos que trabajar”. Ciertamente teoría y práctica suelen llevar ritmos distintos pero no se pueden desvincular. Quienes tienen que trabajar no pueden esperar, pero tiene que estar atentos a los pequeños avances de esas investigaciones que avalan los efectos positivos en los que se sustenta la práctica.

Y si, en algo coincidieron todos los ponentes del congreso (teóricos y prácticos), fue en destacar los beneficios que genera el buen uso de la inteligencia emocional. Unos beneficios que también sirven para unificar las posturas de quienes  bien, de forma más teórica o desde la práctica, nos dedicamos al Protocolo, porque si en algo estamos de acuerdo es que un buen uso del mismo genera efectos positivos a la hora de comunicar eficazmente y de favorecer la interacción  interpersonal e interinstitucional.

Si como demostraron en el congreso, el buen uso de la inteligencia emocional conduce a nuestro bienestar personal siendo beneficiosa su aplicación en ámbitos como la educación, la salud o la empresa porque no aplicarlo también a nuestro propio ámbito: el protocolo. Si unimos dos herramientas que favorecen la comunicación y la interacción el resultado será, sin duda, positivo. Añado, por tanto , otro concepto más, que quizá pueda ser objeto de análisis de investigadores pero que resume lo que creo que puede ser beneficioso en la práctica, el buen uso del “Protocolo Emocional”.

Como véis en Protocolarte seguimos sumando y, sobre todo, aprendiendo.

Feliz día

*Agradezco enormemente las aportaciones de todos los ponentes, comunicantes y asistentes que han participado en CIIEB, así como a los organizadores que han hecho posible este encuentro tan especial.

2 comentarios en “Protocolo Emocional

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