Primero fue una pausa, después un breve intento de volver -quizá porque me resistía a cerrar una etapa que había llegado a su fin- pero ahora creo que es el momento de reconocer que Protocolarte debe dejar paso a un nuevo comienzo.
Su esencia no desaparece, aquí quedarán sus artículos que tantas satisfacciones me han dado. Llegó en un momento en el que tenía la necesidad de escribir sobre Protocolo, tratando de descubrir el significado de una disciplina cuya historia nos demuestra que todavía tiene mucho futuro por delante.
Traté de abordar cuestiones epistemológicas que pudiesen clarificar el significado de conceptos como Protocolo, Ceremonial, Etiqueta, Acto, Ceremonia, Evento…Términos tan esenciales como imprecisos en su utilización, entiendo que por desconocimiento y porque hoy en día hay “expertos” en todas los ámbitos -no solo en Protocolo- que consideran que el mero hecho de difundir su opinión la convierte en verdad absoluta.
Cada día estoy más convencida de que las verdades absolutas no existen, que todo es relativo, lo que no quiere decir que por ello dejemos de investigar, estudiar, reflexionar y analizar todo lo que nos suscita interés. De hecho, hoy más que nunca es necesario detenerse ante aquello que nos atrae, profundizando en su conocimiento antes de lanzarnos a dar una opinión personal que seguramente coincidirá con la de aquellos que tienen ideas similares a las nuestras, teniendo un éxito relativo en el que no debemos acomodarnos, ya que este acomodo es el que nos impide seguir avanzando en ese conocimiento.
Como comentaba, el Protocolo tiene mucho futuro por delante y todavía hay mucho que profundizar en esta disciplina antes de lanzarse a opinar buscando ese éxito fácil entre similares. Dejo para otros esa reflexión serena tan necesaria en este momento. Son muchos los profesionales de esta disciplina que siguen ese camino de no aventurarse a decir lo primero que se les ocurre y que trabajan día a día para que su experiencia siga enriqueciendo una disciplina y una profesión tan necesaria como desconocida en muchos ámbitos.
Seguramente, en más de una ocasión, habré incumplido mis propias recomendaciones. Más allá del arte la búsqueda del “verdadero” significado del Protocolo, Protocolarte se convirtió en un espacio de reflexión personal marcado por mis propias experiencias e intereses. Eso sí, siempre tratando de establecer ese vínculo que permitía hablar de educación, comunicación, arte y protocolo, encontrando una serie de puntos en común cuyo eje central, en mi caso, era la vertiente humanística que impera en todos ellos.
Apelando al humanismo, sigo mi camino sin apartarme de él, pero centrándome en otros ámbitos que ocuparán ahora ese tiempo de reflexión. Protocolarte tuvo su tiempo, ahora merece permanecer en el recuerdo de aquellos a los que en algún momento sirvió de inspiración.
…y solo es un comienzo.*
*Nuestro Tiempo es la canción de Amaral que ha inspirado este artículo y que os recomiendo escuchar antes de despedirme.
Gracias y hasta siempre,
Belén