Protocolo y vanidad

Gracias a la creciente digitalización de fondos, de vez en cuando, buceando por la red encuentras magníficos ejemplares que, aunque no puedes tocar, te permiten acceder a un valioso contenido. Hace un tiempo descubrí una *obra no muy extensa, realmente interesante, que trata el protocolo desde un curioso punto de vista: la vanidad del ser humano. Escrito en 1965 por Luis Gómez Laguna, alcalde de Zaragoza entre 1954 y 1966, aborda con ingenio los “conflictos” que tal vicio genera a la hora de aplicar el protocolo en lo que al tema de precedencias se refiere. A pasar de los años que han pasado desde que fue escrito hay cosas que no cambian, otras…afortunadamente sí.

Antes de comenzar a relatar como la vanidad es un vicio con larga tradición histórica, alude a los quebraderos de cabeza que muchos responsables de protocolo padecen a la hora de aplicar las normas, usos y costumbres que su trabajo exige.“No hay modo de ganarse el pan que no tenga espinas; éste las tiene y muy acertadas. !Cuántos Maestros de Ceremonias, Jefes de Casas Militares y Civiles, Maestresalas, Introductores de Embajadores con todos sus adláteres, podrían contar (y cuentan) los enojosos incidentes a que da lugar cualquier pecadillo contra tan tirano Señor!» Y en relación a las precedencias “¿Es que tanta importancia puede tener un puesto más o menos cercano al sol del momento?”

A partir de aquí, narra algunos acontecimientos históricos dónde el ansia por obtener ciertos privilegios deja al descubierto el afán de protagonismo que acompaña a aquellos que caen bajo el yugo de la vanidad y que según el propio autor, en mayor y menor medida, todos poseemos.

Citando al apóstol San Juan cuenta como narra que Jesucristo notando que los convidados (en referencia a los doce apóstoles) iban escogiendo los primeros lugares en la mesa les hizo esta recomendación: “Cuando fueras convidado a una boda, no te pongas en el primer puesto, porque no haya quizá otro convidado de más distinción que tú, y sobreviniendo el que a ti y a él os convidó, te diga: Haz lugar a éste y entonces te veas precisado a ponerte el último”

Juan de Juanes, La Última Cena | Museo del Prado

La Última Cena (Juan de Juanes) | MUSEO DEL PRADO

Vemos como, desde bien temprano, el afán por ocupar un determinado lugar hace necesaria la intervención de quien aporta el sentido común para establecer un criterio que evite conflictos y malos entendidos, en la medida de lo posible.

El autor continúa con diversos ejemplos que, si bien corresponden a épocas pasadas en las formas, mantienen vigente el fondo de la cuestión. En su repaso histórico pocos se libran de caer en la tentación del yugo de la vanidad. Incluso el propio autor, en un gesto de humildad que le honra, al hablar de las debilidades de la especie humana reconoce también no librarse de ellas. «En mis diez años, los he tenido de todas clases y maneras. Ninguno de ellos me ha afectado hondamente. Ha confirmado la pobre impresión que me merece la especie humana, en general, entre los que, naturalmente y a la cabeza de sus debilidades me encuentro yo; es penoso ver como ciudadanos notables por su valer, valor, sabiduría, etc., se empequeñecen enojándose por el puesto que a la hora de yantar ocupan ellos o sus cónyuges, en relación con las demás Jerarquías.»

Luis Gómez Laguna en el acto de proclamación de la Reina de las Fiestas del Pilar en 1959 | HERALDO DE ARAGÓN

Luis Gómez Laguna en el acto de proclamación de la Reina de las Fiestas del Pilar en 1959 | HERALDO DE ARAGÓN

En esta misma línea y con sutil ironía cita el ejemplo de un tío suyo Diplomático cuya máxima era «que cuando hubiera dudas respecto a la colocación de personalidades similares, debía resolverse poniendo al más tonto delante, ya que como decía Don Mario (su tío) el inteligente no se enterará”

Como concluye el autor hay que procurar tenerse “entre los menores” y, afortunadamente, no es el único que sigue esta máxima. Quien de verdad entiende el protocolo así lo asume y quien no lo respeta probablemente es porque quizá se haya rendido ante la vanidad.

*Gómez Laguna, Luis (1907-1995) El protocolo, Librería General, Zaragoza 1965

http://www.zaragoza.es/bibliotecas/colecciones/BIBLIOTECA/G/BMZ_G06073-3/_index.djvu (Para ver las imágenes es necesario tener instalado el plug-in para DjVu, desde Caminova)

7 comentarios en “Protocolo y vanidad

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