A veces me pregunto por que lo que yo entiendo por glamour y elegancia no coincide, últimamente, con lo que veo en las imágenes de celebridades que aparecen como ejemplo de tales cualidades en diversos medios especializados. No soy experta en moda, ni tampoco quien para dar consejos en cuestiones de glamour y elegancia, es más, a veces me pregunto si quizá soy yo la que estoy equivocada en cuestiones de buen gusto.
Una vez oí decir a un director de cine (lamento no recordar quien) que una película es realmente buena cuando no puedes destacar nada en especial, todo en ella (luz, sonido, fotografía, guión…) armoniosamente combinado hace que el conjunto sea único, sencillamente perfecto. Creo que en lo que se refiere a imagen personal sucede lo mismo, en el momento que hay algún aspecto que destaca sobre el resto, ya sea para bien o para mal, es que algo falla.
Y eso, es lo que percibo últimamente. Hay trajes que me gustan pero que no encajan con la figura de quien los lleva; en ocasiones es el peinado (o despeinado) el que no termina de convencerme; y lo mismo con los zapatos, complementos e incluso la actitud de quien los lleva, no consiguen armonizar para crear esa imagen “perfecta” dónde la elegancia o el glamour si tienen cabida.
Repasando las fotografías de quienes posaban en la alfombra roja de Málaga, en general, he tenido la sensación de que el traje iba por un lado y quien lo llevaba por otro distinto, es cierto que hay quienes, en mi opinión, han acertado más y quienes no lo han hecho en absoluto. Pero lo que no he conseguido encontrar es esa imagen dónde la elegancia nos atrapa sin saber muy bien porqué, dónde todo y nada destaca, dónde la armonía de todas las piezas crea esa imagen sencillamente perfecta.
En mi opinión, antes no se daba tanta importancia a las Alfombras Rojas, y se permitía a los que por ella desfilaban, mostrar su personalidad y elegancia (si la tenían) o fracasar (si no la tenían). Era mas una curiosidad que un acontecimiento.
Ahora, parece que todo sea alfombra roja, se ha olvidado, creo, la costura, la buena costura. Todo el mundo quiere destacar, que se vuelvan a mirar, que hablen de ello. Y, mirar miramos, y, hablar hablamos, pero no porque nos parezcan elegantes, sino por que nos parecen excéntricos, llamativos.. o simplemente mal vestidas.
Un ejemplo: si consideramos una alfombra roja cotidiana como puede ser una comunión, y nos cruzamos con una señora vestida con lentejuelas naranjas a las 12 de la mañana (de una mañana de primavera ¡con esa luz!) ¿no nos volveremos a mirar? ¿no lo comentaremos? pero nuestros comentarios ¿mencionaran la armonía o la elegancia
Me ha encantado tu post
Gracias por compartir tu reflexión, Adela.
Un saludo
¡Me encanta tu post, Belén!
¡Muchas gracias Eva!
Me ha encantado este post, pero a veces me pregunto si idealizamos quizás demasiado a Audrey.
Tienes toda la razón, considero.
También me he hecho la misma pregunta alguna vez, creo que con el paso del tiempo tendemos a olvidar las «imperfecciones» de aquellos a quienes admiramos. Supongo que Audry las tendría pero, bajo mi punto de vista, conseguía la mayoría de las veces trasmitir esa armonía a través de su imagen. Pero tan sólo es una opinión personal…
Muchas gracias por el comentario, Marina.
Un saludo
Me pasa como a ti, a veces me quedo perpleja cuando leo que algunas personas estaban muy elegantes o «deslumbrantes» aquí o allá…y yo no lo veo…pero bueno, como dices, es una opinión personal. Un beso.
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